Atlético terminó el partido ante el peor equipo de la Superliga en su propio arco. La frase parece terminar con cualquier análisis. Sobre todo si la situación se dio con el 0-0 puesto. Pero, para ser justos, hay que decir cómo empezó el partido el equipo de Ricardo Zielinski.
La historia comenzó con todo el mediocampo involucrado en conseguir esa victoria que afiance al equipo en la zona de clasificación de Copa Libertadores. Gervasio Núñez por la izquierda desbordando, Favio Álvarez penetrando y David Barbona picando en cortada para tener chances como el mano a mano que no supo aprovechar. Juan Mercier, marcaba aunque a veces no podía con todo.
Argentinos vio perfectamente el hueco que Rodrigo Aliendro dejó en esa zona al estar suspendido y por allí pasaba y contestaba las cachetadas de Atlético con las suyas, como el tiro al travesaño de Gabriel Hauche.
Los delanteros también tuvieron su oportunidad. Leandro Díaz recuperó en la mitad de cancha y tuvo una corrida memorable que terminó en un pase a Mauro Matos (no estaba listo). Todo desembocó en un escenario extraño: los dos “nueve” mirándose sin decir nada y la gente aplaudiendo de forma cerrada. El “Loco” también tuvo un cabezazo que dio en el palo.
Adelante sometía a su rival pero atrás seguía sufriendo. Como en casi todo el partido, Atlético jamás pudo tomar todas las riendas de desarrollo. Se las prestaba a su rival que si no era con Hauche reventando el travesaño, preocupaba con las llegadas de Alexis Mac Allister o Damián Batallini.
El final del primer tiempo no fue una buena noticia para Atlético. Los 15 minutos de descanso, lejos de relajar a sus jugadores, parece que les avisó del partido que habían jugado entre semana. Los músculos comenzaron a pasar factura en el complemento y las tácticas de ataque dejaron de ser originales para ser muy previsibles: pelotazos a la cabeza de Matos o de Javier Toledo, cuando este reemplazó al primero.
La tribuna de plateas, la tienda y el predio, los otros triunfos de AtléticoTodos decayeron en su nivel y cuando Álvarez se apagó por completo, hasta Cristian Lucchetti se mostró como alternativa para generar las situaciones que no llegaban (ni llegarían) gracias a los pelotazos.
Minutos antes del final, Nicolás Lamolina podría haber sancionado un penal a favor de Argentinos pero no. Toledo pudo haberle dado la victoria a Atlético con una volea difícil de ejecutar (en el aire y con su pierna menos hábil) pero tampoco.
A fin de cuentas, el local había gastado toda su batería en el primer tiempo (teniendo en cuenta el partido con Boca) y encima no había podido conseguir la ventaja.
Esos córners sucesivos en el arco de calle Chile, mientras el tiempo se consumaba, dejaron de manos atadas a Atlético. La imagen engañaba si tenemos en cuenta el primer tiempo donde Atlético fue superior pero en algo era honesta: el equipo nunca pudo maniatar al último de la tabla.
El objetivo primario de Atlético era salvarse del descenso y ya lo consiguió. Pero para conseguir el segundo objetivo de la lista (clasificar a la Libertadores o la Sudamericana), necesita ganar en partidos como este o el que también empató ante los suplentes de Talleres.
Claro, en el medio el equipo le ganó a Boca en la mismísima Bombonera, y por su propia cuenta, volvió a dejar en claro que peleará por ese objetivo. Pero cuidado. Con Boca y River involucrados en la misma pelea, hará falta ratificar grandes triunfos con otro triunfo. Ante Banfield tendrá la opción de recuperar algo del terreno que perdió ayer.